Luego de ver la sobrevalorada El orígen (Inception; Ch. Nolan; 2010) sentí una compulsión de volver atrás en el tiempo, tanto cinematográfico como fílmico, y re-observar otra película del mismo director: El gran truco (The Prestige; Ch. Nolan; 2006).
Más allá de que todas las películas de Nolan hayan sido bien recibidas tanto por la crítica como por el público, recibiendo premios de parte de ambos por doquier, éste ejemplo me parece el más logrado de todos. Y voy más allá: es mi pelíclua favorita del nuevo siglo.
Ensayé varios títulos para esta crítica y todos rondaban sobre la idea de la duplicidad. Eso no quiere decir que la película trate sobre ello sino que mi mente se había quedado atascada en ese leiv motiv. El tema de la cinta es mucho más profundo y abarcativo: la envidia entre dos hombres. Para ser más precisos dos magos, dando comienzo a la larga cadena de duplicados.
En los primeros minutos vemos a Borden (un correcto Christian Bale) destuir la vida de Angier (un Hugh Jackman más intenso que en cualquier otro trabajo suyo). A partir de allí, el segundo intentará destruir la vida del primero, mientras que coincidentalmente se va destruyendo a sí mismo.
Sin intentar develar mucho de la trama expondré mi propia teoría del doble: dos magos, como ya se dijo, cada uno dividido por dos mujeres. Cada uno de los magos con un nombre artístico, o sea dos identidades. Dos diarios robados... o comprados, según Borden, serán la base del relato. Dos dedos pierde Borden a manos de Angier. Dos máquinas, una para cada mago. Dos muertes que se repiten. Dos pajaritos, uno que entra en la jaula y uno suertudo que sale de ella. Y un truco que se repite y se repite y se repite... Y acá me detengo. Repito, con especial énfasis: Y acá me detengo.
En el medio, ilusionismo vs. magia real vs. ciencia y el punto en donde todas se tocan. Nikola Tesla (en el cuerpo de David Bowie), no sólo anclaje históricosino que además y sin intención, desencadenante de la escalada final. La búsqueda de la verdad en las palabras del otro, en lugar de en nuestro propio potencial. Una mujer (Scarlett Johansson, placer visual y sonoro), usada por un hombre pero amada por otro. Y como ya es habitual en las películas de Nolan, la voz de la razón de la mano de Michael Caine. Todo en medio de una ambientación y una fotografía admirable.
Algunos criticaron en su momento que la forma desordenada en la que estaba contado el relato no aportaba demasiado, es más, lo entorpecía. Para mí, gran parte del truco de magia está en ese relato ambigüo, esquivo, indirecto. Y me muerdo la lengua para no dar ejemplos.
El gran truco es una obra maestra, de punta a punta. Y la sorpresa del final (alerta de spoiler) también es doble.
"Are you watching closely?"
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