25.12.10

Así fue Nochebuena...

Bueno, por donde comenzar...

De movida ya se sabía que cualquier velada compartida con mi padre se puede poner espesa de un momento a otro. Quizás era eso lo que me hacía fumar cigarrillo tras cigarrillo. Estaba esperando el cachetazo, pero el cachetazo vino por otro lado.

Mis primos, borrachos drogadictos casos-perdidos, fueron la atracción principal de la noche. Y no fueron una atracción buena. Tics nerviosos, risas demasiado fuertes, y cuando las campanadas finalmente tocaron, un sentimentalismo patético que se contradecía con todo lo vivido antes de las doce.

Pero en el medio estaba Julián, que con 10 años supo ponerle miles de matices a la velada.

Primero, porque desde su inocencia no podía dejar de darle bola a su tío (uno de los mencionados en el parrafo anterior) cuando el resto hacía lo posible por ignorarlo. Segundo, porque está en ese limbo en el que no sabe si seguir o no creyendo en Papá Noel, y divide a la familia entre realistas y soñadores. Tercero, porque la llegada de los regalos despertaron en él avaricia y descontento, algo que nunca havía visto de forma tan pura. Quizás por su condicion de medio hombre-medio niño tenga estos sentimientos tan adultos pero se le haga tan difícil ocultarlos. Y finalmente, la pregunta que me sigue resonando hasta ahora y a la cual creo que nunca obtendré la respuesta correcta: "¿Por qué el tío está tan loco?".

Y del final de la noche poco puedo comentar.

La reunión con amigos la viví desde afuera, como si fuera un agudo observador, un antropólogo, un sociólogo o el Monitor del Universo DC.

Sólo quiero dejar constancia de una metáfora que se me hizo clarísima y explica de manera contundente la noche de anoche.

En un momento me pareció encontrarme entre peronistas, que se aferran a algo que hace rato que ya no existe.

Veremos que me depara la llegada del 2011, vivida desde el otro lado de la familia.


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