10.4.11

Donald & Me

Cuando tengo mal humor, soy terrible. Grito, pataleo, doy portazos que provocan temblores. Lo admito.

Por años he venido trabajando en el pequeño inconveniente de que, ocasionalmente, la gente no me entiende cuando le hablo. Esto se potencia cuando estoy de mal humor.

Tiendo a no ser jamás el centro de atención. Eso se lo dejo a otros personajes más queribles y simpáticos. Yo soy un outcast, estoy en un costado y sólo sirvo para que se rían de mí, no conmigo.

Me gusta andar con poca ropa pero por lo general es la ropa que va de la cintura para abajo, no de la cintura para arriba. En eso diferimos.

No tengo tres sobrino ni un tío millonario, aunque ambas cosas serían lindas.

Nadie piensa en mí cuando se les pide un nombre. Siempre hay una larga lista de gente por delante a la que prefieren.

Pero ahí esoty, demostrando que no solamente los bonitos y políticamente correctos podemos convertirnos en clásicos.

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