- Me voy.
- No, por favor. No te vayas.
- Entonces me quedo.
- No sé si quiero que te quedes.
(Dialogo recurrente)
Hay personas que valen más por su ausencia. La nostalgia, el recuerdo, la imposibilidad de constatar si la imagen que nos formamos de él es real exalta a cualquier individuo al rol de semi-dios pagano. Su sola presencia podría destruir tal ilusión.
El tiempo convierte todas las virtudes (incluyendo la belleza física) en algo tan mundano, que dejamos de fijarnos en ellas. Por el otro lado, mientras más tiempo pasemos junto a una persona, más probable será que empezemos a darnos cuenta de cada pequeño detallecito que nos cae mal. Y ese detalle se repetirá, y se hará más grande, y llegará el momento en el que no podremos hacer otra cosa que odiar ese detalle y por consecuencia a la persona que lo lleva consigo a todos lados. Ejemplos hay por montones: una risa molesta, un ruido al respirar, una verruga.
Por eso es preferible no estar nunca. Conocer a alguien, desplegar nuestra mejor artillería y luego huir corriendo. La gente nos recordará como lo mejor de nosotros.
Llegará el día en el que conozcamos nuestra última morada y la gente se agolpará sobre ella y pensará en los momemtos vividos. Hay que evitar que éstos sean los suficientes como para que prevalezcan nuestras vilezas. El objeivo perfecto sería lograr de boca de todos un comentario amable.
Cumplido esto, podremos huir para siempre. Sabiendo que no tendremos otra oportunidad para meter la pata.
11.4.11
La ausencia te favorece
Publicado por Rogo en 10:18 a. m.
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